La victoria de Fátima Bosch como Miss Universo 2025, que otorgó a México su cuarta corona en la historia del certamen, se ha visto empañada por un escándalo de integridad que sacude al concurso internacional.
Uno de los exjurados, Omar Harfouch, aseguró que la organización realizó un “voto secreto” previo a la ronda oficial, en el que participaron personas sin acreditación como parte del jurado, y que el nombre de México ya figuraba como ganadora. Harfouch incluso mencionó un presunto conflicto de intereses entre el propietario del certamen y el padre de Bosch.
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La organización de Miss Universo respondió rápidamente a las acusaciones con un comunicado, negó la existencia de paneles paralelos, ratificó que los protocolos establecidos fueron seguidos fielmente y advirtió que tomaría acciones legales por difamación. Esta postura no ha logrado calmar todas las críticas, pues las dudas siguen latentes en redes y medios especializados.
El escándalo no es aislado, la edición 2025 había comenzado con tensiones, incluido un altercado público entre Bosch y el presidente del comité local del certamen en Tailandia, Nawat Itsaragrisil, quien la mandó callar frente a otras concursantes. Este incidente elevó la presión sobre la organización y avivó las teorías sobre favoritismos.
En México, la controversia sobre Bosch también incluye acusaciones previas durante el certamen nacional, participantes y medios señalaron que su victoria en Miss Universo México había sido anticipada y que existían gestos de corrupción. Si a ello se suman las acusaciones internacionales, la narrativa completa sugiere un sistema de elección cuestionado.
A pesar del viento de incertidumbre, Fátima Bosch ha mantenido una postura pública serena, señalando que su triunfo está basado en su esfuerzo y disciplina, y que está dispuesta a usar su reinado para promover la equidad de género y representar a México con dignidad. Mientras, la organización sigue defendiendo su proceso, pero el daño a la reputación del certamen ya está hecho.
Este episodio puede marcar un cambio brusco en cómo se perciben los concursos de belleza a nivel mundial, presionando a las organizaciones a ser más transparentes y rendir cuentas públicas. Si las acusaciones prosperan, podrían redefinirse protocolos de evaluación y la credibilidad del Miss Universo podría verse seriamente afectada.