Kim Kardashian volvió a recordar uno de los momentos más polémicos de la Met Gala, aquel en el que sorprendió al usar el vestido original que Marilyn Monroe llevó en 1962 durante su presentación para el presidente Kennedy.
La prenda, considerada una pieza histórica valuada en millones, había estado resguardada por décadas y su aparición en la alfombra roja generó críticas, aplausos, debates y todo tipo de análisis sobre la preservación del diseño.
En ese momento, se habló de la estricta dieta que siguió para entrar en el vestido, de los riesgos que implicaba manipular una pieza tan delicada y de la ola de atención mediática que rodeó su elección.
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La imagen de Kim subiendo las escaleras con el vestido original, que solo llevó durante unos minutos antes de cambiarse, se volvió una de las más comentadas de ese año.
Ahora, la empresaria retomó ese momento durante un episodio reciente de su reality y confesó que, pese a toda la polémica que generó, su arrepentimiento no tiene que ver con el vestido, sino con un detalle completamente distinto. Kim admitió que no quedó satisfecha con el tono rubio que eligió para acompañar el look, algo que hoy considera una decisión apresurada.
Contó que incluso llegó a editar cientos de fotos para probar cómo se habría visto con su cabello oscuro, un contraste que ahora imagina más elegante y cercano al estilo clásico de Jackie Kennedy, en lugar de buscar replicar el rubio que caracterizó a Marilyn.
Aunque expertos en moda y usuarios en redes no dejaron de debatir sobre el impacto del vestido, Kim reiteró que la prenda nunca estuvo en riesgo y que solo la usó el tiempo estrictamente necesario. Después de la gala, la devolvió de inmediato para evitar cualquier daño.
Su confesión volvió a generar conversación en redes, donde muchos retomaron las fotografías de aquel año para opinar sobre lo que habría cambiado o mantenido del look.
Algunos coincidieron con ella respecto al cabello, mientras que otros defendieron el rubio como parte esencial del homenaje. Para Kim, fue una experiencia inolvidable que hoy mira con más distancia y con la sinceridad de alguien que sigue analizando su propio estilo.