Lo que comenzó como un operativo migratorio en puntos clave del condado de Los Ángeles terminó en una escena que parece sacada de una película distópica. Agentes del ICE, en coordinación con el DHS, el FBI y la ATF, irrumpieron el jueves pasado en tres zonas estratégicas. Una de las más impactantes: el Fashion District, considerado no solo centro de la economía informal, sino corazón vibrante de la comunidad migrante.
En cuestión de horas, más de 44 personas fueron detenidas. Las imágenes no tardaron en inundar las redes, hombres esposados entre telas y máquinas de coser, mujeres llorando afuera de tiendas, vecinos interponiendo sus cuerpos para detener los arrestos. Lo que eran redadas específicas se transformó en una chispa que encendió la mecha social y el gobierno federal no tardó en militarizar la respuesta.
El presidente Donald Trump reaccionó con fuerza. El sábado por la mañana, 300 elementos de la Guardia Nacional llegaron al sur de California bajo una orden clara “restaurar el orden”. Pero en las calles, el mensaje fue otro: represión.
Ese mismo día, la autopista 101 fue bloqueada por manifestantes. Hubo enfrentamientos, autos incendiados, gas pimienta, balas de goma y decenas de arrestos.
Desde Sacramento, el gobernador Gavin Newsom calificó lo ocurrido como un “abuso de poder sin precedentes” y anunció una demanda federal contra la administración Trump, denunciando que los militares llegaron sin su consentimiento. La Casa Blanca respondió tajante: “La seguridad nacional no necesita permiso”.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, también rompió el silencio:
Estamos ante una escalada peligrosa. Nuestros barrios están aterrados. No podemos permitir que se militaricen nuestras calles
Y mientras la tensión se siente en cada esquina de la ciudad, las protestas no ceden. Desde el centro hasta el este de Los Ángeles, vuelven a ondear banderas con el lema: “Ningún ser humano es ilegal”. La consigna resuena con fuerza “Aquí estamos, y no nos vamos”.
Celebridades latinas se pronuncian
La oleada de indignación no tardó en alcanzar a varias celebridades que decidieron no quedarse calladas. Con millones de seguidores y el poder de amplificar voces, usaron sus redes sociales para apoyar a los migrantes y denunciar el uso de la fuerza.
Salma Hayek compartió información clave sobre qué hacer en caso de ser detenido por autoridades migratorias. Sus publicaciones se centraron en derechos básicos, números de ayuda legal y pasos a seguir ante una redada.
Eugenio Derbez se sumó al movimiento compartiendo videos donde se muestra la separación de familias, una de las consecuencias más dolorosas de las nuevas medidas impuestas por Trump. Su mensaje fue claro: “Esto no es justicia”.
Eva Longoria, por su parte, publicó estadísticas que visibilizan el impacto del trabajo migrante en la economía de EU, reforzando el valor humano y laboral de una comunidad que muchas veces es invisibilizada.
Entre hashtags, reposts y llamados a la acción, los tres coincidieron en algo, no podemos ser indiferentes.