En uno de los relatos más personales y estremecedores de su vida, Jason Momoa abrió su corazón durante el podcast SmartLess al hablar de la experiencia que casi le cuesta la vida mientras surfeaba en Maui, Hawái. El actor de Aquaman reveló que aquella jornada marcó un antes y un después en su salud física y emocional.
Todo comenzó cuando salió al mar con unos amigos y remaron aproximadamente 13 millas. Cuando estaban a casi siete kilómetros de la costa, la correa de su tabla se rompió y la perdió en medio del oleaje. Ahí, completamente solo en una zona de peligro, todo se salió de control.
Estaba muy lejos, comencé a ser arrastrado por una corriente. No podía ver mi tabla. Me golpearon olas de más de tres metros.
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Momoa narró que su cuerpo entró en agotamiento extremo. La adrenalina lo mantenía consciente, pero su energía estaba por colapsar.
Mis brazos dejaron de funcionar. Mis piernas dejaron de funcionar. No podía moverme.
En ese instante pensó que no lo lograría. El miedo se apoderó de él, pero también lo invadió un pensamiento que lo mantuvo a flote, su hija, que en ese entonces apenas tenía tres meses de nacida. Dice que pensó en ella, rezó a sus antepasados, y fue justo ahí cuando ocurrió lo inesperado, su pie se atoró en un arrecife, lo que le dio tiempo para resistir unos minutos más.
Afortunadamente, uno de sus amigos logró llegar hasta él con una tabla y lo rescató. Momoa describió ese momento como una segunda oportunidad, una experiencia que cambió su vida para siempre al punto que desde ese día dejó de fumar por completo.
Estaba fumando dos o tres paquetes al día. Desde entonces, ya no más. Simplemente se acabó.
El actor no solo logró sobrevivir, sino que usó ese momento límite para tomar decisiones radicales sobre su salud. Hoy, ve aquel episodio como una llamada de atención de la vida.