El mundo de la actuación latinoamericana despide hoy a Eduardo Serrano, actor venezolano de dilatada trayectoria, quien falleció en Georgia, Estados Unidos, tras una larga lucha de cáncer en la vejiga y otra contra un cáncer de pulmón que le fue detectado apenas hace dos meses. Su partida deja un legado imborrable en televisión, teatro y cine, con más de seis décadas entregadas al arte.
Nacido en Caracas el 30 de noviembre de 1942, Andrés Eduardo Serrano Acevedo inició su carrera muy joven, a los 14 años abandonó sus estudios para dedicarse a la actuación. Su debut formal fue en el teatro de la Universidad Central de Venezuela, donde combinaba su pasión por las tablas mientras trabajaba como recepcionista.
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A lo largo de su vida profesional, Serrano participó en decenas de telenovelas que se volvieron referentes del género dramático latinoamericano, entre sus papeles más recordados están los que desarrolló en “Las Amazonas”, “La Heredera”, “Juana la virgen”, “La mujer perfecta” y “El rostro de la venganza”. Gracias a estas actuaciones, logró reconocimiento como uno de los galanes más queridos y respetados de Venezuela y otros países del continente.
Además de la televisión, Serrano mostró versatilidad actoral en cine y doblaje, en sus primeros años trabajó prestando su voz en doblajes al español de diversas películas, hasta que esta actividad se redujo en Caracas por cambios del mercado. En cine, aunque con menor frecuencia, participó en producciones que reforzaron su imagen de actor capaz de adaptarse a distintos formatos.
En su lado personal, el venezolano fue padre de tres hijos: Magaly Andreína, Miguel Eduardo y Leonardo Andrés, estuvo casado en tres ocasiones, primero con Carmen Julia Álvarez (1968-1975), luego con Mirtha Magaly Pérez (1975-1992), y, finalmente, con Jaidy Haidy Velázquez desde 1995 hasta la fecha. Uno de sus hijos padecía trastorno del espectro autista, hecho que Serrano manejó con discreción y cariño.
En sus últimos años desarrolló la faceta de escritor, publicando en 2020 su libro Historias en blanco y negro, donde compartía reflexiones, memorias y vivencias personales, además, vivió en Miami, Estados Unidos, alejado de los reflectores, pero manteniendo contacto con sus seguidores a través de redes sociales, reviviendo escenas de sus novelas clásicas.
Su muerte representa no sólo el fin de una vida dedicada al arte, sino también la pérdida de un referente venezolano en la pantalla chica, que influyó en varias generaciones de actores y espectadores. Eduardo Serrano deja tras de sí un legado de profesionalismo, pasión y entrega que seguirá siendo recordado en la televisión latinoamericana, el teatro y más allá.