¿Quieres salir de vacaciones y el presupuesto no te alcanza para una playa paradisiaca? La respuesta está a dos horas de camino en Monterrey, donde puedes pasar unos días muy divertidos mientras disfrutas de sus parques, centros comerciales y museos.
Una opción para pasar una tarde muy divertida es el Museo del Salón de la Fama del Béisbol Mexicano, inaugurado hace pocos años a un costado del Paseo Santa Lucía en el Parque Fundidora.
Ahí podrás hacer un paseo por la historia de este deporte en México, visitar el Salón de la Fama y disfrutar de varias actividades muy entretenidas en compañía de familiares y amigos. También podrás ver cómo nuestro equipo local, Tecos de los Dos Laredos, ha sido parte de la historia del Rey de los Deportes en México.
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En Monterrey ya existía el Salón de la Fama del Béisbol Mexicano en las instalaciones de Cervecería Cuauhtémoc, hasta que éste cerró sus puertas y años después fue reabierto como un museo que hoy es parte importante del patrimonio cultural de la región.
El Salón de la Fama del Béisbol Mexicano es el recinto donde se rinde homenaje a todos aquellos que han hecho grande a este deporte. Esto incluye a jugadores, managers, ampayers, directivos e incluso cronistas.
Fue en 1939 cuando Alejandro Aguilar Reyes “Fray Nano” concibió la idea de que México tuviera su propio Salón de la Fama, como el que el 12 de junio del mismo año se inauguró en Cooperstown Nueva York, Estados Unidos.
El periodista capitalino llevó a cabo un concurso para elegir a los primeros cinco inmortales del béisbol mexicano mediante cupones aparecidos en el diario La Afición, el cual había fundado en 1930.
Fue hasta 1964 que se eligieron seis inmortales más, ahora por medio de la Asociación de Cronistas de la Ciudad de México. De 1964 a la fecha se han honrado a más de 200 grandes del béisbol nacional.
En 1971, mediante un comité encabezado por Antonio Ramírez Muro, presidente de la Liga Mexicana de Béisbol y de la Asociación de Ligas Profesionales de Béisbol, se otorgó la sede vitaliciaa la ciudad de Monterrey, gracias al apoyo de la Cervecería Cuauhtémoc, que se comprometió a albergar el Salón de la Fama y a patrocinar su funcionamiento.
El 13 de junio de 2013 el Salón de la Fama cerró sus puertas. Fue el empresario Alfredo Harp Helú quien con entusiasmo tomó la estafeta y decidió patrocinar la construcción de un nuevo recinto en la Sultana del Norte.
El nuevo Salón de la Fama está construido principalmente con ladrillo rojo y posee un diseño arquitectónico impresionante. En mucho nos recuerda a la antigua arquitectura industrial, pero en este caso con un toque elegante y funcional.
El museo consta de varias opciones para los visitantes, como el Recinto de los Inmortales, sitio donde están colocadas las doscientas placas de los consagrados, así como un amplio espacio de exhibición permanente que dispone de una línea del tiempo del béisbol mexicano.
También hay espacios para la exhibición de otros temas afines, una biblioteca con zona infantil y un acervo especializado donado por Juan Vené, además de un auditorio para 150 personas y una tienda de recuerdos y camisetas de los equipos.
Pero la visita al museo se convierte en una experiencia lúdica cuando el visitante decide involucrarse en un mini diamante de béisbol con gradas, en las jaulas de bateo o en la zona de juegos interactivos.
La vista del edificio desde el Canal Santa Lucía, muy cerca de la Avenida Félix U. Gómez, lo hace ver como una obra monumental que hace honor a las grandes emociones de este deporte.