El frío y el aire seco pueden afectar seriamente la piel durante otoño e invierno, provocando resequedad, tirantez e incluso irritación. Por eso, mantener una rutina de cuidado adaptada a la temporada es clave para lucir una piel saludable y radiante.
Limpieza suave:
Evita jabones agresivos que eliminan la barrera natural de la piel. Opta por limpiadores cremosos o en gel, aplicándolos con movimientos suaves tanto en la mañana como en la noche.
Hidratación intensa:
Durante el invierno, las cremas densas son más efectivas que las lociones ligeras. Ingredientes como ácido hialurónico, ceramidas, manteca de karité y glicerina ayudan a retener la humedad. Aplica la crema justo después de la ducha, cuando la piel aún está húmeda, para maximizar su absorción.
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Protección diaria:
Aunque los días sean nublados, los rayos UV siguen afectando la piel. No olvides aplicar protector solar en rostro, cuello y manos, además de bálsamos para labios y cremas para manos que eviten grietas y resequedad.
Exfoliación moderada:
Realiza exfoliación suave una o dos veces por semana para eliminar células muertas sin irritar la piel. Lo ideal son los exfoliantes químicos suaves, como los AHA o BHA, que respetan la barrera cutánea.
Hábitos adicionales:
Beber suficiente agua, evitar duchas muy calientes, usar humidificador en casa y consumir alimentos ricos en grasas saludables o suplementos de omega-3 ayudan a mantener la piel nutrida y protegida desde adentro.
Con estos cuidados, tu piel no solo se mantendrá hidratada y protegida, sino que también recuperará su suavidad, luminosidad y elasticidad natural. Adaptar tu rutina al frío te permitirá disfrutar de la temporada sin renunciar a la comodidad ni al estilo, luciendo un rostro y cuerpo saludables, confortables y listos para brillar incluso en los días más fríos.