Primero pensó que era basura moderna, pero al mirar con más atención, la espeleóloga Katiya Pavlova se dio cuenta de que acababa de hacer un descubrimiento arqueológico importante. Esto ocurrió en la cueva Tlayócoc, en Guerrero, México, un sitio difícil de acceder, conocido por sus zonas húmedas y su contenido de guano, que llevaba siglos sin explorarse.
Durante una expedición junto a su guía, Adrián Beltrán, Pavlova localizó una estrecha zona inundada. Allí encontraron catorce objetos que, por su forma y disposición, no habían llegado ahí por casualidad. Entre ellos había brazaletes hechos con concha, una gran concha decorada, discos de piedra e incluso madera carbonizada.
El hallazgo llamó la atención del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), que ahora investiga su origen. Según el arqueólogo Miguel Pérez, la forma en que estaban colocados algunos de los brazaletes —sobre formaciones rocosas— sugiere un uso ritual, probablemente relacionado con cultos de fertilidad.
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En muchas culturas prehispánicas, las cuevas eran consideradas espacios sagrados, puertas al inframundo y lugares de gran simbolismo
¿Qué significan los brazaletes localizados en Guerrero?
Tres de los brazaletes tienen grabados simbólicos, Uno de ellos muestra el “xonecuilli”, un símbolo asociado con Venus y el tiempo; otro podría representar a Quetzalcóatl, la deidad creadora en la cosmovisión mesoamericana.
Las piezas fueron fechadas entre los años 950 y 1521 D.C., es decir, durante el periodo Posclásico, y se atribuyen a la cultura Tlacotepehua, de la que hasta ahora se sabía muy poco. La humedad estable dentro de la cueva permitió que los objetos se conservaran en excelente estado durante más de cinco siglos.
Este descubrimiento (la primera exploración documentada en Tlayócoc en 500 años) abre nuevas rutas para entender la historia de sociedades mesoamericanas poco conocidas. El equipo de arqueólogos continúa trabajando para descifrar qué más pueden contar estos objetos sobre el pasado de México.