Dormir las horas necesarias, mantener una alimentación equilibrada y moverse a diario no solo prolonga la calidad de vida, sino que podría retrasar de forma significativa el deterioro cognitivo, así lo respaldan estudios recientes que confirman cómo cambios pequeños en la rutina pueden fortalecer el cerebro y reducir el riesgo de enfermedades como la demencia o el Alzheimer, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) y diversas universidades de prestigio.
Investigaciones de las universidades de Warwick, Cambridge y Fudan, publicadas en Nature Mental Health, revelan que una dieta balanceada, rica en pescado, verduras de hoja verde y frutos como los arándanos, mejora la memoria y protege la materia gris, clave para las emociones y el movimiento.
La doctora Sabine Donnai, de la clínica de longevidad Viavi, subraya que hasta un 45 % de los casos de demencia podrían prevenirse o retrasarse si se actúa a tiempo, cuidando la alimentación y evitando excesos de ultraprocesados.
Pero no todo es dieta: el movimiento diario también importa, la Sociedad de Alzheimer explica que ser físicamente activo reduce en un 20 % el riesgo de demencia. Caminar al menos 3,800 pasos diarios, usar la sauna regularmente o sumar aceite de oliva a la dieta son hábitos que, según estudios de Harvard y Jama Network, ofrecen beneficios neuroprotectores.
Por el contrario, dietas pobres en nutrientes y el abuso de productos ultraprocesados inflaman el cuerpo y dañan la barrera hematoencefálica, el filtro natural que cuida el cerebro de sustancias tóxicas.
Cuidar la mente no necesita fórmulas mágicas ni suplementos costosos: basta con sumar alimentos reales, moverse todos los días y darle descanso al cerebro, decisiones pequeñas, repetidas a diario, que pueden marcar la diferencia para envejecer con la mente clara.