Pedro Pascal es hoy uno de los actores más queridos y admirados del mundo, pero detrás de su éxito internacional existe una historia marcada por sacrificio, amistad y resiliencia. Antes de convertirse en el rostro de The Mandalorian o The Last of Us, el intérprete chileno sobrevivió en Nueva York entre castings fallidos y trabajos como mesero, apoyado por la generosidad de su amiga Sarah Paulson, quien lo ayudó en sus años más difíciles.
Pascal llegó a la Gran Manzana decidido a formarse en la Tisch School of the Arts. Sin embargo, la ciudad le mostró pronto su lado más hostil: largas jornadas de audiciones sin resultados, papeles en producciones de bajo presupuesto y la presión de sobrevivir en un entorno competitivo. “Conseguí una familia neoyorquina entera gracias a ella”, contó a Esquire, en alusión al apoyo que le brindó Paulson.
La actriz no solo le dio ánimos, también lo ayudó a cubrir gastos básicos: “Le di mi dinero para que comiera”, recordó Sarah en una entrevista, revelando que incluso le entregaba efectivo para que Pascal pudiera alimentarse mientras perseguía su sueño. Años más tarde, la amistad trascendería lo personal y se transformaría en un punto de inflexión profesional.
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En 2013, Paulson compartió con su amiga Amanda Peet una cinta de audición de Pascal; ese material llegó a manos de David Benioff, cocreador de Game of Thrones. Fue así como Pascal consiguió el papel de Oberyn Martell, personaje que no solo le abrió la puerta a la fama internacional, sino que lo convirtió en un referente para millones de espectadores.
Tras Game of Thrones llegaron proyectos como Narcos, donde interpretó al agente Javier Peña, y más tarde producciones de alto perfil en Hollywood. Hoy, con títulos como Extraña forma de vida, Los 4 Fantásticos: Primeros pasos y Amores materialistas, Pedro Pascal es considerado uno de los actores más versátiles de su generación, capaz de equilibrar sensibilidad, humor y fuerza en cada papel.