Terry Reid, el cantante británico apodado “Superpulmones” por su fuerza vocal inigualable, murió a los 75 años tras una larga lucha contra el cáncer. Aunque su nombre puede no haber encabezado las listas de éxitos, su legado es uno de los más intrigantes del rock: fue el hombre que rechazó ser la voz de Led Zeppelin y también de Deep Purple.
La noticia fue confirmada por fuentes cercanas a la familia del músico, que llevaba meses batallando contra el cáncer y otros problemas de salud. La situación fue tan difícil que se creó una página de donaciones para cubrir sus gastos médicos, según reportaron medios británicos.
Reid es recordado no solo por su poderoso rango vocal, sino también por decisiones que marcaron la historia de la música. En los años 60, cuando Jimmy Page buscaba al vocalista ideal para su nueva banda, Terry fue su primera opción. Sin embargo, él ya tenía compromisos previos y declinó la oferta, recomendando a dos jóvenes talentos: Robert Plant y John Bonham.
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No sería la única gran oportunidad que dejaría pasar. Poco después, Ritchie Blackmore lo contactó para ser el nuevo cantante de Deep Purple tras la salida de Rod Evans, pero una vez más, Reid dijo que no.
Pese a no figurar entre los ídolos masivos del rock, Terry Reid se mantuvo como un artista de culto, respetado por colegas y críticos. Su disco River (1973) sigue siendo aclamado como una joya del folk rock psicodélico. Y su influencia trascendió generaciones: artistas como Chris Cornell, Marianne Faithfull, Cheap Trick y The Raconteurs versionaron sus canciones.
La escena musical británica despide a una figura que eligió el camino menos comercial, pero profundamente auténtico. Su historia es un recordatorio de que la grandeza no siempre se mide en números de ventas, sino en integridad artística.