En el silencio de la noche o en momentos de soledad, la mente a menudo se acelera. La neurocientífica Nazareth Castellanos, directora de investigación en la Fundación Vivir, explica en una entrevista con Álex Fidalgo que este fenómeno se intensifica al acostarnos.
Según la experta, en ese estado el control cognitivo se desactiva, lo que aumenta la divagación mental y abre la puerta a la rumiación.
En estas situaciones, cualquier pensamiento obsesivo, desde preocupaciones laborales hasta miedos personales, puede tomar el control. La mente, sin un freno claro, entra en un ciclo de pensamientos autodestructivos que no nos hacen bien.
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Luchar contra estos bucles suele ser una batalla perdida, ya que, al intentar suprimir un pensamiento, este se fortalece. Ante este problema universal, Castellanos ofrece una solución innovadora y basada en la neurociencia.
¿Cómo usar las “palabras vacías” para cortar la ansiedad?
El truco de las "palabras vacías" se basa en un hallazgo neurocientífico crucial: el pensamiento necesita del lenguaje para activarse.
La mente está constantemente buscando un canal lingüístico para expresarse. Castellanos propone una estrategia simple.
Si tu mente no se detiene, entrégale palabras vacías.
La técnica consiste en elegir una palabra neutral, sin ningún significado emocional ni simbólico, como "mesa", "plan" o "luz", y repetirla mentalmente una y otra vez.
El uso repetido de esta palabra ocupa el canal lingüístico del cerebro y evita que se cuele el contenido que nos angustia. Como ella misma explica, no se trata de luchar contra el problema, sino de darle a la mente una tarea inofensiva que la mantenga ocupada.
Es un "botón" invisible que desconecta ese automatismo mental y nos permite recuperar el control.
¿Existen otros trucos para calmar la ansiedad?
Además de las "palabras vacías", Nazareth Castellanos, autora del libro "Neurociencia del cuerpo", ha investigado durante años la estrecha conexión entre nuestra fisiología y nuestra mente. Ella propone dos técnicas adicionales:
- Respiración lenta y pausada: en uno de sus experimentos, los participantes inspiraban en tres tiempos y exhalaban en seis. Este simple hecho de ralentizar y alargar la exhalación activa zonas cerebrales que están directamente conectadas con la calma. Obliga al cerebro a bajar el ritmo y ayuda a desconectar la respuesta de estrés.
- La dulzura y el autocuidado: para combatir el insomnio, la experta propone un enfoque más afectivo. Relajarse no es solo un acto mecánico, sino también una práctica de autocuidado. Imitar el gesto de acunar a un niño a través de la respiración pausada, un mantra amable o una postura corporal más recogida, puede ayudar a que el cuerpo se relaje y, en consecuencia, el cerebro también lo haga. Es una forma de darle a nuestra mente y cuerpo la “cuna” que necesitan para encontrar la paz.