¿Un bosque al estilo Crepúsculo o la Suiza mexicana? Entre montañas, pinos eternos y valles cubiertos de manzanos se encuentra Arteaga, un rincón mágico en Saltillo, Coahuila, que parece salido de una postal. Este Pueblo Mágico, con su aire siempre fresco y naturaleza imponente, es el secreto mejor guardado del norte del país para quienes buscan desconectarse, respirar aire puro y vivir una experiencia invernal sin salir de México.
Durante el invierno, sus paisajes boscosos se transforman en un escenario digno de película. Las cumbres nevadas y el silencio entre los árboles crean una atmósfera que combina aventura con calma, perfecta para compartir con amigos, en pareja o en familia. Pero no hace falta esperar a diciembre para dejarse atrapar por su encanto, Arteaga es un destino de todo el año.
Un refugio entre montañas
El corazón de esta experiencia está en la imponente Cumbre del Morro, la segunda montaña más alta de Coahuila, con 3,700 metros de altitud. Parte de la majestuosa Sierra de la Marta, en invierno se viste de blanco y regala postales que compiten con los paisajes de los Alpes. Muy cerca se alza el Monte de la Viga, igual de impresionante, rodeado de extensos bosques de pino, encino y cedro que descienden hacia valles y cañones.
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Si visitas en otoño, el espectáculo cambia, los bosques se pintan de amarillo, naranja y ocre, como si el paisaje se prendiera fuego con cada hoja que cae. Y en invierno, la nieve se mezcla con el verde intenso de los árboles, creando contrastes que parecen irreales.
Aventura y calma en un mismo lugar
Para los fanáticos del senderismo y el esquí, Arteaga es un paraíso. Aquí se encuentra Monterreal, el único complejo en México con una pista de esquí abierta al público. Gracias a las abundantes nevadas, se puede practicar desde deportes invernales hasta disfrutar de una buena caminata entre montañas cubiertas de blanco. Sí, en pleno México.
Pero el encanto no se queda ahí. Senderismo, ciclismo de montaña, paseos a caballo y observación de aves son solo algunas de las actividades que puedes hacer durante todo el año. Las caminatas por los valles de Las Alazanas, conocidos por sus extensos campos de manzanas, son perfectas para reconectar con la naturaleza.
Un rincón que también sabe a tradición
Arteaga no solo conquista por sus paisajes, también por su gente, su cultura y su comida. En primavera y verano, los valles rebosan de vida y color gracias a los cultivos de manzana que le han dado fama nacional. Las cabañas de madera, rústicas y acogedoras, están listas para recibirte en cualquier temporada del año, regalándote noches de chimenea y cielos estrellados.
Si buscas algo diferente, auténtico y con alma, Arteaga es el escape perfecto. Las localidades vecinas como San Antonio de las Alazanas completan la experiencia con su hospitalidad, tradición y calidez norteña.