La cocina mexicana se mantiene firme como una de las más reconocidas a nivel global, gracias a su riqueza de sabores, ingredientes ancestrales y técnicas culinarias heredadas de generación en generación, prácticamente no existe ranking gastronómico que no coloque a México como referente culinario: guías como TasteAtlas, Chef’s Pencil o Mexico Travel Blog destacan varios de sus platillos icónicos como verdaderos tesoros gastronómicos del mundo.
Uno de los favoritos del momento es la quesabirria, una creación originaria de Tijuana que combina lo mejor de dos mundos: la quesadilla y la birria, se trata de una tortilla generosa rellena de queso derretido y carne de res jugosa, acompañada de su tradicional consomé. Este platillo se ha convertido en tendencia en fondas, carretas y restaurantes de todo México, alcanzando incluso el primer lugar en listas de comida mexicana más popular, según TasteAtlas.
No se puede hablar de cocina mexicana sin mencionar a los tacos al pastor, una de las mayores insignias del antojo callejero, aunque tienen sus raíces en Puebla, hoy son emblema de taquerías en todo el país. Su preparación, inspirada en el shawarma árabe, adapta la carne de cerdo marinada y cocinada en trompo vertical, combinándola con piña, cebolla y cilantro, esta mezcla de sabores, junto con su fácil acceso y precio, lo convierten en uno de los favoritos de locales y turistas.
Otro imprescindible de la mesa mexicana son los chilaquiles, herencia del centro del país y básicos en el desayuno nacional, preparados con tortillas fritas bañadas en salsa roja o verde, se complementan con pollo, huevo, queso fresco y crema. De la mesa familiar a restaurantes de alta cocina, los chilaquiles mantienen su lugar como uno de los desayunos más buscados en la Ciudad de México y estados vecinos.
En Puebla, el mole poblano se distingue como uno de los platillos más complejos, su receta puede incluir más de 20 ingredientes: chiles secos, chocolate, almendras, especias y hierbas que, combinados, dan como resultado una salsa espesa y aromática que suele servirse sobre pollo o pavo, es considerado un símbolo de la fusión entre tradiciones indígenas y herencia colonial.
Por último, pero no menos importante, están los tamales, una joya prehispánica que sigue vigente en todo México, varían según la región: en Oaxaca, envueltos en hoja de plátano; en el centro, en hoja de maíz. Sus rellenos van del mole y cerdo, a rajas con queso, frijoles o dulces, demostrando su adaptabilidad y presencia en festividades, desayunos y celebraciones familiares.
De norte a sur, cada platillo mexicano es parte de una historia viva que sigue cruzando fronteras y conquistando paladares.