TRADICIONES

El significado de los elementos del altar de muertos; simbolismo y tradición mexicana

Más allá de su estética, el altar es un gesto de amor y memoria, una forma de mantener viva la presencia de quienes se adelantaron en el camino

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El altar de muertos es el corazón del Día de Muertos, una tradición mexicana reconocida por la UNESCO como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Más que una ofrenda, es un puente espiritual entre los vivos y los que han partido, en donde cada elemento colocado tiene un sentido profundo que honra la memoria, el amor y la conexión eterna con los seres queridos.

Entre los componentes más representativos está el cempasúchil, la flor de pétalos dorados que, según la creencia, guía las almas con su color y aroma. Sus caminos marcados en el suelo simbolizan la ruta que los difuntos deben seguir para encontrar su altar. A su lado, las velas iluminan ese trayecto, representando la luz, la esperanza y la fe; su número suele variar según las almas que se deseen recibir.

El agua es otro elemento esencial, se coloca para saciar la sed del espíritu después de su largo viaje, y también representa la pureza del alma. A menudo se acompaña de sal, que actúa como símbolo de protección y purificación, siendo ambos recordatorios de los elementos vitales que acompañan la existencia humana.

La comida y las bebidas favoritas del difunto son una muestra de afecto y gratitud, el tradicional pan de muerto, con su forma redonda y decoraciones en forma de huesos, simboliza el ciclo de la vida y la muerte. Por su parte, las fotografías de los seres queridos fallecidos ocupan el lugar central del altar, pues son la razón misma de la ofrenda.

También se incluyen objetos personales, calaveras de azúcar y papel picado, este último, con sus colores vibrantes y figuras recortadas, representa el aire, uno de los cuatro elementos, y refleja la alegría con la que se recuerda a los muertos. Cada color tiene un significado: el morado simboliza el duelo, el blanco la pureza y el naranja el sol y la vida.

Los altares pueden tener dos, tres o siete niveles, cada uno con un simbolismo distinto: los más simples representan la dualidad entre el cielo y la tierra, mientras que los más elaborados evocan los pasos del alma hacia el descanso eterno.