Este martes 22 de julio, medios británicos confirmaron la muerte de Ozzy Osbourne, ícono del heavy metal y fundador de Black Sabbath, a los 76 años, con una carrera marcada por excesos, caos y genialidad, su legado musical queda inmortalizado no solo por sus discos, sino por una vida pública que expuso todo: del escenario a la intimidad familiar. La noticia conmocionó tanto a fanáticos como a figuras del rock global.
Ozzy, conocido como el "Príncipe de las tinieblas", se había retirado oficialmente de los escenarios tras años de lucha contra enfermedades degenerativas. Su última etapa la vivió alejado del foco mediático, pero siempre bajo el cuidado y gestión de su compañera de vida: Sharon Osbourne, quien además de ser su esposa fue su mánager, salvavidas emocional y aliada estratégica.
Sharon: esposa, mánager y columna vertebral
Conocieron en 1970, cuando Sharon tenía solo 18 años. Era hija de Don Arden, mánager de Black Sabbath, y aunque su relación con su padre era compleja, encontró en Ozzy un vínculo único. Cuando él fue despedido de la banda en 1979, Sharon rompió profesionalmente con su padre y apostó por Ozzy, ayudándolo a reinventarse como solista con el exitoso disco Blizzard of Ozz (1980).
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En medio de adicciones, depresión y caos, surgió una relación que, aunque controversial, marcó la historia del rock. Se casaron en 1982 en Hawái, y Sharon se convirtió en su protectora incansable, especialmente cuando fue diagnosticado con Parkinson.
Juntos tuvieron tres hijos: Aimee, Kelly y Jack Osbourne. Kelly es una figura reconocida en la moda y la televisión; Jack ha trabajado en programas de cultura pop y aventuras, y Aimee decidió mantenerse fuera del ojo público.
Así mismo, durante una de sus últimas entrevistas, el músico agradece a su esposa por todo el camino recorrido junto a él.
Sharon, aquella mujer que apoyó mi desordenada vida ella sabía lo terrible que era cuando era joven, debería haberme dejado incontables veces, pero nunca se fue...