Durante décadas, Diane Keaton brilló en la pantalla grande con su estilo inconfundible, su humor elegante y esa mezcla entre fuerza y ternura que la convirtió en una de las actrices más queridas de Hollywood.
Pero lejos de los reflectores, su papel más importante no fue frente a las cámaras, sino en su propia casa, rodeada del amor de sus dos hijos.
Aunque siempre fue discreta con su vida privada, Keaton no ocultó el enorme cariño que sentía por los jóvenes que llenaron su mundo de sentido. Decidió convertirse en madre cuando ya tenía una carrera consolidada y una vida estable, demostrando que nunca es tarde para formar la familia que uno desea.
Te podría interesar
Su historia como mamá comenzó cuando adoptó a Dexter Keaton, nacida en diciembre de 1995. Unos años después, en 2001, llegó Duke Keaton, quien completó la pequeña pero sólida familia que Diane siempre soñó tener.
Ambos crecieron lejos de los escándalos y la atención mediática, una decisión que la actriz tomó con plena conciencia para proteger su intimidad.
En varias entrevistas, Diane comentó que ser madre fue una de las decisiones más reflexivas de su vida, y también la más gratificante.
Afirmaba que sus hijos no mostraban interés por el cine ni por su carrera, y que eso le parecía lo más saludable del mundo. Para ella, lo importante no era compartir el escenario, sino los momentos sencillos del día a día.
En 2022, Dexter y Duke la acompañaron en un evento muy especial en Hollywood, donde se inmortalizó su legado con las huellas de sus manos.
La actriz aseguró entonces que verlos ahí significaba “todo” para ella. Un gesto que resumía, sin palabras, lo que sus hijos representaban: su mayor orgullo y el amor más puro que dejó tras su partida.