París sigue conmocionada tras el audaz robo que sacudió al Museo del Louvre, donde un grupo de delincuentes se llevó ocho piezas de la colección real francesa en cuestión de minutos.
A pesar del impacto mundial, el recinto cultural reabrió sus puertas este miércoles, tres días después del asalto, bajo estrictas medidas de seguridad.
El robo ocurrió el domingo 19 de octubre en la Galerie d’Apollon, una de las salas más emblemáticas del museo, famosa por exhibir las joyas de la corona francesa.
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Los ladrones utilizaron una plataforma elevadora para ingresar por una ventana lateral, rompieron vitrinas blindadas y escaparon en motocicletas antes de que los guardias pudieran reaccionar.
Entre las piezas robadas se encontraban un collar de esmeraldas y diamantes regalado por Napoleón I a su esposa y una diadema de la emperatriz Eugenie de Montijo, ambas consideradas tesoros del patrimonio histórico de Francia. El valor estimado de las joyas supera los 102 millones de dólares.
La directora del museo, Laurence des Cars, calificó el hecho como “un fallo inaceptable” en los protocolos de seguridad y presentó su renuncia tras la presión pública. Mientras tanto, las autoridades francesas desplegaron a más de 100 investigadores e informaron a Interpol ante la posibilidad de que las piezas sean trasladadas fuera del país.
Aunque el Louvre reanudó sus actividades en su horario habitual, la Galerie d’Apollon permanecerá cerrada hasta nuevo aviso, ya que aún se considera parte de la investigación.
Visitantes y turistas formaron largas filas desde temprano para ingresar, en un intento por devolverle al museo su ritmo habitual, aunque el ambiente se mantiene tenso y lleno de incertidumbre.
El caso ya ha sido bautizado como “el robo del siglo”, un golpe directo al corazón cultural de Francia y una advertencia sobre la vulnerabilidad de incluso los espacios más resguardados del mundo. Hoy, el Louvre vuelve a abrir, pero lo hace bajo la sombra de un misterio que sigue sin resolverse.