El Museo del Louvre, uno de los más visitados del mundo, fue escenario de un robo audaz que dejó en shock a Francia y a todo el mundo.
El pasado 19 de octubre, cuatro individuos disfrazados de trabajadores del museo lograron sustraer ocho piezas de las joyas de la corona francesa, valoradas en aproximadamente 88 millones de euros, en cuestión de minutos.
Los delincuentes accedieron al museo mediante una plataforma elevadora y rompieron una ventana con una amoladora angular para ingresar a la Galería de Apolo. En menos de siete minutos, se hicieron con la tiara, el collar y otros objetos de alto valor histórico y cultural.
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Fue una operación tan rápida como precisa, casi imposible de imaginar en un lugar tan vigilado.
Tras el robo, descendieron por la plataforma elevadora y se dirigieron a la orilla del Sena, donde los esperaba un par de cómplices en motocicletas.
La huida continuó por el Boulevard Périphérique y luego tomaron la autopista A6, desapareciendo antes de que la policía pudiera intervenir.
Un video difundido muestra la calma y precisión con la que los ladrones ejecutaron el escape, portando las joyas como si nada. Hasta el momento, no se han reportado detenciones, y las autoridades continúan investigando posibles vínculos con el crimen organizado y la posibilidad de que las joyas hayan sido encargadas por coleccionistas privados.
Este robo ha generado un intenso debate sobre la seguridad en museos de alto perfil y ha puesto en evidencia la necesidad de reforzar los controles en áreas no tan vigiladas. Mientras tanto, el Louvre ha reforzado su seguridad y analiza nuevas medidas para proteger su invaluable colección.