El reconocido director Quentin Tarantino provocó una nueva polémica al asegurar que “Los Juegos del Hambre” son “una copia descarada” de la película japonesa Battle Royale, dirigida por Kinji Fukasaku.
“He visto Battle Royale desde hace años, es de mis películas favoritas, y cuando leí “Los Juegos del Hambre” no entendí cómo nadie dijo nada. Simplemente robaron el libro”, aseguró el cineasta. Posteriormente, afirmó no comprender cómo no se emprendió una demanda, considerando que la premisa central, jóvenes obligados a matarse entre sí en un juego organizado por un gobierno totalitario, coincide de forma alarmante con la obra japonesa.
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El debate escala cuando Tarantino reprocha a los críticos literarios por no haber detectado las similitudes. Según él, muchos pasaron por alto la influencia de “Battle Royale” debido a su alcance limitado en Occidente, lo que permitió que “Los Juegos del Hambre” fuera elevado como una propuesta “original” en su momento.
Por su parte, la autora Suzanne Collins ha declarado en el pasado que no conocía la novela original hasta después de terminar su escritura, aún así, la comparación de Tarantino revive un viejo debate entre fans, críticos y expertos sobre los límites entre la inspiración artística y el plagio.
La controversia llega en un momento en que ambas franquicias, “Battle Royale” como clásico de culto y “Los Juegos del Hambre” con nueva secuela próxima a estrenarse en 2026, gozan de renovado interés mediático. Esto pone en primer plano la discusión sobre originalidad, derechos de autor y la responsabilidad de las adaptaciones en la era global.
Para muchos conocedores del cine, las declaraciones de Tarantino reavivan una reflexión necesaria: ¿qué distingue una obra original de una reinterpretación evidente? Sea cual sea la respuesta, su voz vuelve a encender el debate sobre autoría e inspiración en Hollywood y la literatura juvenil.