El Museo del Louvre reforzó su seguridad tras el robo de joyas ocurrido en octubre, uno de los episodios más delicados que ha enfrentado recientemente la institución.
Como parte de las medidas implementadas, el recinto instaló una reja metálica en la ventana por donde accedieron los ladrones, ubicada en un balcón del segundo piso que conecta con la Galería de Apolo.
El asalto se registró cuando un grupo de delincuentes utilizó un montacargas para llegar al balcón, rompió una de las ventanas y, en cuestión de minutos, sustrajo joyas históricas valuadas en más de 100 millones de dólares.
La rapidez del robo y la vulnerabilidad del acceso encendieron las alarmas sobre los protocolos de seguridad del museo, considerado uno de los más importantes y visitados del mundo.
Ante la gravedad del incidente, las autoridades del Louvre optaron por reforzar de manera visible el punto exacto del ingreso, además de revisar otros sistemas de vigilancia y control dentro del recinto.
La instalación de la reja forma parte de un plan más amplio para evitar que se repita un hecho similar y proteger el patrimonio cultural que alberga el museo.
A este episodio se sumó otro problema reciente que afectó al Louvre, luego de que una fuga de agua provocara la inundación de áreas internas, dañando cientos de libros y documentos históricos.
El incidente evidenció fallas en la infraestructura del edificio y generó nuevas críticas sobre el mantenimiento de sus instalaciones.
Los recientes acontecimientos han reabierto el debate sobre los retos que enfrentan los museos históricos para garantizar la protección de su patrimonio.
En el caso del Louvre, tanto el robo como los daños por la inundación subrayan la necesidad de una actualización constante en materia de seguridad y mantenimiento, con el objetivo de preservar uno de los recintos culturales más importantes del mundo y evitar que hechos similares vuelvan a repetirse.