En los últimos años, OpenAI se ha convertido en uno de los nombres más importantes en el mundo de la inteligencia artificial, gracias a herramientas como ChatGPT que han revolucionado la forma en que interactuamos con la tecnología.
La organización nació como un proyecto sin fines de lucro, con la misión de desarrollar inteligencia artificial de manera segura y accesible para todos, pero con el tiempo cambió a un modelo de “lucro limitado”, lo que ha generado debates y tensiones entre algunos de sus antiguos fundadores y la comunidad tecnológica.
En febrero de 2025, Elon Musk, uno de los cofundadores de OpenAI, sorprendió al mundo al presentar una oferta de $97.4 mil millones para comprar la organización.
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Para financiar esta operación, buscó la colaboración de Mark Zuckerberg, CEO de Meta. Sin embargo, la propuesta no prosperó, ya que Zuckerberg decidió no involucrarse y Meta no firmó ningún acuerdo.
La intención de Musk tiene sus raíces en la preocupación por el rumbo que ha tomado OpenAI. Desde que dejó la junta directiva en 2018, ha criticado el cambio hacia un modelo de “lucro limitado”, señalando que esto contradice la misión original de la compañía y podría limitar el acceso y control de la inteligencia artificial de manera segura.
OpenAI rechazó la oferta de Musk y la calificó de poco seria. Además, inició un proceso legal en su contra, acusándolo de intentar desacreditar a la organización y tomar control de sus desarrollos en inteligencia artificial.
Como parte de esta disputa, OpenAI pidió a un tribunal que Meta entregue documentos sobre cualquier posible reorganización o recapitalización de la empresa, para entender mejor las motivaciones detrás de la propuesta de Musk.
Este episodio también revela la relación entre Musk y Zuckerberg. Aunque ambos compiten en el sector de la inteligencia artificial —Meta con sus propios proyectos y Musk con xAI— Musk buscó la colaboración de Zuckerberg para concretar la compra de OpenAI, algo que finalmente no se logró.
La disputa legal entre Musk y OpenAI sigue abierta y refleja lo competitivo y delicado que es el mundo de la inteligencia artificial, donde cada movimiento de los grandes jugadores puede cambiar el rumbo de toda la industria.