Aunque mantenerse hidratado a lo largo del día es un hábito esencial, esta práctica cobra aún mayor relevancia cuando el ejercicio forma parte de tu rutina. Cada gota de sudor representa no solo agua, sino también minerales que sostienen funciones vitales como la termorregulación, la circulación y la contracción muscular.
El agua constituye entre el 50?% y el 60?% del cuerpo humano. Su rol durante la actividad física es determinante: ayuda a mantener la temperatura corporal, lubrica las articulaciones y favorece el transporte de nutrientes. La pérdida de líquido a través del sudor puede comprometer el rendimiento físico, provocar fatiga e incluso afectar la concentración.
Por ello, se recomienda ingerir entre dos y tres litros de agua al día, ajustando la cantidad en función del esfuerzo físico realizado. Una estrategia práctica para conocer tus necesidades reales consiste en pesarte antes y después del ejercicio: la diferencia en peso refleja la cantidad de líquido que el cuerpo ha perdido, y que conviene reponer mililitro a mililitro.
Un error común es esperar a sentir sed para beber agua. Sin embargo, la sed no siempre es un indicador confiable: a menudo aparece cuando la deshidratación ya ha comenzado, y su ausencia no garantiza una hidratación completa. La clave está en anticiparse y establecer una rutina consciente de hidratación antes, durante y después del entrenamiento.
Incorporar este hábito no solo protege tu bienestar físico, sino que también mejora tu recuperación y optimiza el rendimiento. Porque cuidar el cuerpo también empieza por algo tan simple como respirar... y beber agua.
ANTES-DURANTE-DESPUÉS
Los especialistas aconsejan consumir entre 400 y 600?ml de agua aproximadamente dos horas antes de iniciar la actividad física, de modo que el organismo disponga del tiempo necesario para asimilar el aporte hídrico.
Durante tu rutina, procura evitar intervalos prolongados sin hidratación; y trata de beber pequeños sorbos cada 25?minutos para reponer los líquidos que vas perdiendo al sudar.
Mientras al concluir, repite el procedimiento inicial: ingiere entre 400 y 600?ml de agua. Hazlo de manera pausada, concediendo a tu organismo el tiempo necesario para una absorción óptima y procura distribuir esa cantidad durante las dos horas posteriores al ejercicio.