El Príncipe Harry y Meghan Markle se sumaron recientemente a una carta abierta internacional, junto a científicos, artistas y líderes tecnológicos, que exige la suspensión del desarrollo de inteligencia artificial “superinteligente” hasta que existan garantías de seguridad y respaldo público.
En el comunicado, los firmantes advierten que empresas como OpenAI, Google y Meta Platforms trabajan contra reloj para crear sistemas capaces de superar las habilidades humanas en múltiples tareas cognitivas, lo que plantearía “riesgos existenciales” como la obsolescencia humana y la pérdida de libertades.
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Harry añadió de manera personal: “El futuro de la IA debe servir a la humanidad, no reemplazarla. Creo que la verdadera prueba de progreso no será lo rápido que avancemos, sino lo sabiamente que lo hagamos. No hay segunda oportunidad”.
Por su parte, Meghan señaló que su labor a través de la fundación Archewell Foundation para proteger a niños y familias del daño digital le permitió ver “cómo la tecnología sin vigilancia puede convertirse en una amenaza para nuestra conexión humana”.
El gesto de los Duques de Sussex llega en un contexto donde un 75 % de los ciudadanos estadounidenses, según una encuesta reciente, respalda una regulación más estricta de las IA avanzadas, su firma junto a personajes reconocidos como Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio le da un peso público significativo a la iniciativa.
Las reacciones no se hicieron esperar, desde la industria tecnológica se resaltó que el camino hacia la “superinteligencia” sigue siendo especulativo, aunque la carta representa una nueva fase de presión pública sobre los gigantes del sector.
Al alzar la voz, Harry y Meghan no solo exponen su preocupación por los peligros de la IA sin control, sino que también consolidan su papel como activistas contemporáneos que buscan equilibrar la innovación con la responsabilidad social.