La idea de cambiar el color de los ojos ha pasado de ser un sueño estético a una posibilidad médica real. En los últimos años, diversas técnicas quirúrgicas han surgido para modificar el tono del iris, generando tanto curiosidad como controversia. Entre los métodos más conocidos se encuentran la queratopigmentación (tatuaje corneal con pigmentos) y el implante de iris artificial, una cirugía que consiste en colocar una lámina de silicón coloreada sobre el iris natural.
La cirugía para cambiar el color de ojos se realiza generalmente bajo anestesia local, en el caso del implante de iris artificial, se introduce una lente de silicón pigmentada mediante una pequeña incisión en la córnea. El procedimiento suele durar entre 15 y 30 minutos por ojo. Por otro lado, la queratopigmentación emplea un láser para insertar pigmentos en la capa superficial de la córnea, generando un cambio de color más natural sin introducir materiales dentro del ojo. Este último método se ha considerado menos invasivo, pero aún en fase de evaluación por parte de instituciones médicas.
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Aunque los resultados pueden parecer atractivos, la cirugía para cambiar el color de ojos no está aprobada por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) en Estados Unidos y es motivo de alerta en varios países. Los posibles riesgos incluyen daños permanentes en la visión, glaucoma, inflamación ocular crónica, infecciones e incluso pérdida parcial o total de la vista. La Academia Americana de Oftalmología (AAO) ha emitido advertencias claras sobre la seguridad de los implantes de iris artificiales, recomendando optar únicamente por procedimientos avalados y realizados por oftalmólogos certificados.
Si lo que se busca es un cambio estético temporal, los lentes de contacto de color siguen siendo la alternativa más segura y económica, existen en diferentes tonos y grados de opacidad, con materiales aprobados y control sanitario, además, los avances en óptica permiten personalizar el tono y la transparencia, imitando el aspecto natural del iris sin poner en riesgo la salud ocular. Los oftalmólogos coinciden en que la moda no debe comprometer la función visual ni la integridad del ojo.
El auge de esta cirugía ha abierto debates éticos dentro de la comunidad médica, algunos especialistas sostienen que los procedimientos con fines puramente estéticos deben tener límites claros, especialmente cuando pueden generar secuelas irreversibles. La cirugía para cambiar el color de ojos suele realizarse en clínicas privadas de países donde la regulación es más laxa, lo que eleva el riesgo de complicaciones postoperatorias. Por ello, se recomienda informarse ampliamente y desconfiar de cualquier oferta que prometa resultados “rápidos y seguros” sin respaldo médico formal.
El color de los ojos es una característica genética única, determinada por la cantidad de melanina en el iris, modificarlo quirúrgicamente puede tener consecuencias que superan la estética. Antes de tomar una decisión, los expertos aconsejan consultar con un oftalmólogo certificado y considerar los riesgos a largo plazo. La belleza ocular no depende únicamente del color, sino de la salud visual y la confianza con la que cada persona se mira al espejo.