Desde que Chespirito: Sin querer queriendo, la serie biográfica de Roberto Gómez Bolaños, llegó a las pantallas, los personajes que marcaron a generaciones volvieron a ocupar titulares y debates, pero hay uno que resalta por encima del resto: Doña Florinda, interpretada por Florinda Meza, cuyo carácter altivo inspiró un término psicológico que, más de una década después, sigue vigente: el llamado síndrome de Doña Florinda.
Pocos saben que fue el escritor argentino Rafael Ton quien, en 2012, dio forma a esta idea durante una charla para el canal de YouTube La UNE, dentro del programa Hudson... tenemos un problema. Ton tomó como base la forma en que Doña Florinda se relacionaba con su entorno para describir actitudes muy comunes en la vida real.
¿De qué se trata el síndrome de Doña Florinda?
En palabras del propio Ton, este fenómeno describe a personas que creen estar por encima de quienes los rodean, a pesar de compartir condiciones similares, es decir, quienes manifiestan este “síndrome” se sienten moral, social o económicamente superiores solo por tener “un poquito más de plata” o ciertas ventajas sociales.
“Es esa señora o señor que cree que todo lo que pasa en su vecindad está mal, pero afuera todo es perfecto; la vecindad es chusma y ella no pertenece”, explicó Ton, a esto se suma la idea de “fabricar un púlpito” desde donde mirar con desdén a los demás, una actitud muy similar a lo que se conoce como síndrome de Hubris, relacionado con la soberbia y el narcisismo.
El personaje de Doña Florinda, famosa por sus constantes regaños a Don Ramón y sus desprecios a los vecinos, se convirtió en el ejemplo perfecto para ilustrar esta postura social: criticar todo, exigir respeto y aparentar superioridad, aunque la realidad sea otra.
Para Rafael Ton, El Chavo del 8 era más que risas: era un espejo de la sociedad, hoy, más de 50 años después de su estreno, su análisis demuestra que detrás de cada personaje icónico hay una mirada profunda sobre nuestras propias actitudes.