ALERTA ESTRÉS

Estrés e hipertensión: así daña tu corazón sin que lo notes

La hipertensión avanza en silencio, pero controlarla empieza por manejar el estrés diario, aprende a identificar síntomas ocultos y por qué el estrés puede ser tu peor enemigo

La hipertensión avanza en silencio, pero controlarla empieza por manejar el estrés diario, aprende a identificar síntomas ocultos y por qué el estrés puede ser tu peor enemigoCréditos: Web
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La hipertensión arterial es uno de esos enemigos silenciosos que pueden desgastar el corazón sin que te des cuenta, lo alarmante es que el estrés crónico es uno de los factores que más empujan esta condición y, aunque parezca invisible, su efecto en la salud cardiovascular es muy real. 

Cuando vives bajo presión constante, tu cuerpo libera hormonas como la adrenalina y el cortisol, estas sustancias aceleran el ritmo cardíaco y contraen los vasos sanguíneos, provocando que la sangre circule con más fuerza de la normal,  con el tiempo, este sobreesfuerzo afecta las arterias y obliga al corazón a trabajar a marchas forzadas

El ruido y el entorno también cuentan 

 Ya en 1977, una investigación publicada en The Lancet reveló que exponerse de forma constante a ruidos fuertes puede disparar episodios de presión alta, el estrés ambiental actúa como un gatillo que, sumado a la ansiedad o el miedo intenso, mantiene al cuerpo en alerta máxima. 

Estudios más recientes, como uno publicado en Nature en 2024, refuerzan la conexión entre soledad, aislamiento social y enfermedades del corazón, esto debido a la falta de vínculos y apoyo emocional incrementa la liberación de hormonas del estrés, lo que repercute directamente en la presión arterial. 

Síntomas de alerta (que no siempre se ven) 

Uno de los grandes riesgos de la hipertensión es su silencio, la Organización Mundial de la Salud calcula que casi la mitad de las personas que la padecen no lo saben, algunos síntomas que podrían encender alarmas son:

  • Dolores de cabeza persistentes
  • Mareos  
  • Náuseas 
  • Visión borrosa 
  • Dificultad para respirar.  

Si tu presión sistólica supera los 130 mmHg o la diastólica rebasa los 80 mmHg, es momento de actuar. 

El estrés no es inocente 

La Cleveland Clinic clasifica el estrés en tres tipos: agudo, agudo episódico y crónico, el último es el más peligroso, pues se convierte en un estilo de vida, entre sus efectos están la tensión muscular, problemas digestivos, insomnio, bajo deseo sexual y, claro, riesgo de hipertensión.