Prometen milagros: bajar cinco kilos en una semana, marcar el abdomen en 15 días o “desintoxicar el cuerpo” en 48 horas. Las dietas extremas se disfrazan de métodos revolucionarios, pero esconden más peligros que beneficios.
Desde el ayuno intermitente prolongado hasta los regímenes sin carbohidratos o con restricción calórica severa, estos planes alimenticios pueden alterar el metabolismo, afectar órganos vitales y desencadenar trastornos alimenticios como la ortorexia, anorexia o bulimia.
Según la Academy of Nutrition and Dietetics, los programas que restringen un grupo completo de alimentos o prometen resultados rápidos y radicales suelen ser insostenibles y poco saludables, en este sentido la doctora Carla Castellanos, nutrióloga clínica y terapeuta en conducta alimentaria advierte:
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El problema no es solo físico; hay un impacto psicológico enorme: ansiedad por la comida, culpa constante y una autoimagen distorsionada
Estudios publicados en el Journal of the American Medical Association advierten que dietas restrictivas no solo generan efecto rebote, sino que también pueden alterar los niveles hormonales y dañar la masa muscular a largo plazo.
La popularidad de estos métodos ha sido amplificada por redes sociales, donde cuerpos filtrados y transformaciones exprés alimentan el mito de que todo es cuestión de “fuerza de voluntad”. Sin embargo, la salud no debería medirse en tallas advierten los expertos.