NUEVO LEÓN

Bustamante: Pueblo Mágico a 2 horas de los Dos Laredos; presume caminos memorables

Se trata de un oasis norteño: calles de casonas, plaza arbolada y un cañón que abre paso a ríos y ojos de agua; es tranquilo, perfecto para caminar sin prisas mientras fabricas tu álbum fotogénico de episodios inolvidables

Créditos: Web
Escrito en TURISMO el

Entre la Sierra Madre y el desierto, Bustamante, Nuevo León, es un respiro fresco: calles de casonas, plaza arbolada y agua que nace en el cañón. Un Pueblo Mágico compacto, fotogénico y amable con quien llega sin prisas.

Desde los Dos Laredos, el viaje es directo por carretera; conviene conducir de día, revisar clima y llevar efectivo para peajes y entradas locales. La promesa es clara: un fin de semana breve con grutas, ojo de agua y una cocina sencilla que enamora.

Historia viva en clave tlaxcalteca

El valle se organizó alrededor de veneros y acequias. Su memoria colonial conserva la huella tlaxcalteca —apellidos, oficios, fiestas— que tras la colonización española migraron en 1591 al norte del país para imponerse sobre los aztecas (Stanley Lucero, “La migración de 1591 de las 499 familias tlaxcaltecas”). Con el tiempo, el nombre de Bustamante terminó por arraigar.

En 1906, pobladores que recolectaban palmito descubrieron una cavidad monumental: la Cueva del Palmito, hoy Grutas de Bustamante.

Ese hallazgo encendió el capítulo turístico que continúa con el Cañón de Bustamante y el Ojo de Agua San Lorenzo.

Qué ver, comer e instagramear

Las Grutas de Bustamante son el imprescindible: salas de estalactitas y estalagmitas con recorrido guiado y mirador; usa calzado con suela y respeta indicaciones.

A minutos del centro, el Ojo de Agua San Lorenzo ofrece sombra, mesas y agua transparente (consulta accesos en temporada de lluvias).

En el casco antiguo, la plaza y el templo regalan luz dorada al atardecer; los portales y las casonas son el marco perfecto para tus fotos.

Pregunta por el pan de semita en hornos tradicionales —piloncillo, nuez, paciencia— y acompáñalo con nieves de garrafa.

¿De aquí a dónde?

Interconecta tu visita con el Cañón para senderismo suave y agenda temprano las grutas; así optimizas tiempos en una ruta de 24–36 horas.

Bustamante cabe en un fin de semana, pero deja ganas de volver: agua, piedra y silencio en un rincón que honra su historia sin dejar de ser norte.