El rey Carlos III y su esposa, la reina Camila, realizaron una visita de Estado al Vaticano los días 22 y 23 de octubre de 2025, donde se reunieron formalmente con el Papa León XIV.
Este encuentro se considera un momento histórico, pues representa la primera vez que un monarca británico participa en un acto ecuménico público con un pontífice desde la Reforma inglesa en el siglo XVI.
Durante su estancia, Carlos III y el Papa compartieron una oración conjunta en la Capilla Sixtina, bajo el fresco de El Juicio Final de Miguel Ángel, junto con Camila y altos dignatarios eclesiásticos. La ceremonia fue descrita por el Vaticano como un “acto de reconciliación y esperanza” entre la Iglesia Católica y la Iglesia de Inglaterra, de la cual el rey es gobernador supremo.
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El eje temático de la visita giró alrededor del cuidado del medio ambiente y la creación, una causa personal para Carlos III desde hace años. En ese contexto, la reunión subrayó tanto el carácter espiritual como diplomático del acto.
El encuentro también se produjo en un momento delicado para la monarquía británica, marcada por las controversias en torno al príncipe Andrés y su relación con el caso Jeffrey Epstein.
La reunión con el Papa León XIV sirvió como un gesto de estabilidad y unidad institucional, buscando proyectar una imagen de fortaleza y serenidad en medio de los desafíos que enfrenta la Casa de Windsor.
Este gesto adquiere aún mayor relevancia dentro del denominado Año Jubilar de la Iglesia Católica en 2025, que promueve la peregrinación, la reconciliación y la solidaridad entre los creyentes. La visita real al Vaticano se programó justamente para reforzar la alianza entre ambos credos en un momento de tensión internacional y cambios institucionales.
Con este encuentro, Carlos III y el Papa León XIV envían un mensaje claro al mundo: la colaboración entre distintas tradiciones de fe puede ser una base para la esperanza colectiva.
Más allá de lo ceremonial, la reunión refuerza el papel del Vaticano como actor espiritual y diplomático, y del monarca británico como un símbolo de diálogo, resiliencia y continuidad histórica.