El número 10 de la Avenue George V, en pleno corazón de París, volvió a ser testigo de un momento histórico: la última colección de Demna para Balenciaga. La sede donde Cristóbal Balenciaga inauguró su taller en 1937 fue también el escenario de la despedida del diseñador georgiano, quien durante una década transformó la Maison con su visión provocadora, vanguardista y profundamente personal.
Demna quien desde hace años decidió prescindir públicamente de su apellido Gvasalia presentó una colección que fue mucho más que moda: fue una carta de amor a su equipo, un homenaje a sus raíces y una celebración de su legado. En lugar de música, la pasarela abrió con las voces en off de sus colaboradores pronunciando sus propios nombres.
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En la pasarela, Kim Kardashian, Naomi Campbell, Eva Herzigová e Isabelle Huppert caminaron con fuerza y elegancia, acompañando al diseñador en este cierre de ciclo. Kardashian lució un vestido lencero crema con un abrigo de plumas inspirado en Elizabeth Taylor, en un homenaje al glamour clásico y a la feminidad fuerte, según dijo el propio diseñador.
En el público, personalidades como Cardi B, Katy Perry y Salma Hayek (acompañada de François-Henri Pinault, CEO de Kering) observaron atentas el despliegue de siluetas audaces, hombros amplificados, cinturas corseteadas y tejidos impecables.
Siluetas de reloj de arena, sastrería masculina oversize, flores bordadas inspiradas en los manteles de su abuela, abanicos históricos recreados de los archivos de Duvelleroy y una paleta que osciló entre el blanco, el negro y acentos de rosa, rojo o azul cielo.
De esta forma, Demna cerró este capítulo para tomar el timón creativo de Gucci, mientras Balenciaga da la bienvenida a Pierpaolo Piccioli, ex director de Valentino, en uno de los cambios más sonados en la historia de la Alta Costura.