En lo profundo de cada clóset existe un pequeño altar emocional: aquella camiseta de un ex, la blusa que usaste en tu primer empleo o el vestido que llevaste a la boda de tu mejor amiga.
Aunque a veces ya no te queda o está pasada de moda, te resistes a desprenderte de ella. Este fenómeno, conocido como moda emocional, ha captado la atención de psicólogos, sociólogos y expertos en moda por igual, ya que revela que la ropa no solo nos viste, también nos cuenta.
De acuerdo con la psicóloga estadounidense Carolyn Mair, autora del libro The Psychology of Fashion, este apego se construye a través de las experiencias, las emociones que sentimos al usar ciertas prendas y los recuerdos asociados.
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La ropa puede funcionar como una extensión de la identidad y también como un vehículo de expresión emocional o de nostalgia
Es por por eso, que muchas personas guardan su vestido de graduación o una camisa que perteneció a un ser querido fallecido. La moda, en este sentido, deja de ser superficial y se convierte en memoria viva.
Además de los lazos afectivos, la moda emocional también influye en cómo se toman las decisiones cotidianas: desde qué ponerte en un día difícil hasta cómo eliges tu ropa en momentos clave como entrevistas de trabajo o rupturas sentimentales.
Estudios realizados por la Universidad de Hertfordshire han demostrado que las personas tienden a usar prendas “de seguridad” esas que sienten como una armadura emocional cuando necesitan elevar su confianza o controlar la ansiedad.
Así, una simple chaqueta puede convertirse en una especie de escudo psicológico, y una blusa alegre en un estímulo para mejorar el estado de ánimo.