SALUD Y BELLEZA

Qué son los aceites faciales y para qué sirven; la guía esencial para integrarlos a tu rutina diaria

Lejos del mito de que “engrasan” la piel, pueden beneficiar prácticamente a todos los tipos de cutis si se eligen correctamente y si se incorporan de forma correcta

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Los aceites faciales se han convertido en uno de los productos más buscados dentro del skincare moderno, pero su uso no es nuevo, desde la antigüedad se empleaban para proteger, nutrir y equilibrar la piel. Hoy, gracias a fórmulas más ligeras y sofisticadas, los aceites han ganado un lugar clave en las rutinas de belleza porque aportan ingredientes concentrados, antioxidantes y lípidos que fortalecen la barrera cutánea.

A nivel cosmético, un aceite facial es una mezcla de aceites vegetales, esenciales o derivados botánicos formulados para proporcionar hidratación y nutrición profunda. Su composición rica en ácidos grasos esenciales (como omega-3, omega-6 y omega-9) ayuda a reforzar la función barrera de la piel, lo que permite retener mejor la humedad y protegerse de factores externos. Cada aceite tiene propiedades distintas, algunos son más espesos y nutritivos, mientras que otros son ligeros, de rápida absorción y no comedogénicos.

Uno de los principales beneficios de los aceites faciales es su capacidad para sellar la hidratación, impidiendo que el agua se evapore de la piel, esto los convierte en un paso ideal para el final de la rutina nocturna, especialmente en climas fríos o secos, además, contienen antioxidantes que ayudan a combatir los radicales libres y a proteger el rostro del daño ambiental, favoreciendo una piel más luminosa y de aspecto saludable.

Los aceites faciales también son excelentes para equilibrar la producción de sebo, lo que los hace aptos incluso para pieles mixtas o grasas. Aceites como el de jojoba, marula o escualano imitan la composición natural del sebo humano y pueden ayudar a regular el brillo sin obstruir los poros. En pieles secas o maduras, los aceites más densos, como el de argán, rosa mosqueta o aguacate, brindan suavidad, elasticidad y confort inmediato.

Integrarlos a la rutina es sencillo, se aplican después de los sérums y antes o después de la crema hidratante (según la textura). Pueden utilizarse solos, mezclados con la crema o incluso como base para un masaje facial que mejore la circulación y el drenaje linfático. Su uso constante favorece un cutis más flexible, radiante y protegido frente a irritaciones.

Optar por un aceite facial adecuado dependerá del tipo de piel y de las necesidades específicas de cada persona. Lo importante es elegir formulaciones puras, de buena calidad y preferentemente prensadas en frío, ya que conservan mejor sus nutrientes. Cuando se incorporan de forma correcta, los aceites faciales se convierten en un aliado poderoso para mantener la piel saludable, jugosa y equilibrada durante todo el año.