Hay noches en las que el silencio pesa más que el sueño. Te giras una y otra vez, cierras los ojos con fuerza, revisas mentalmente pendientes, tratas de no pensar… pero piensas. Y ahí estás: atrapado entre las sábanas, esperando que llegue el descanso como quien espera el último tren. Pero, ¿y si la solución fuera justamente levantarse?
Roser Gort, psicóloga del sueño e investigadora en la clínica del Dr. Estivill, ha dedicado años a estudiar lo que pasa en nuestra mente cuando el cuerpo dice “duerme” y la cabeza grita “espera”. Su consejo puede parecer radical, pero tiene sentido científico.
Si pasan más de 20 o 30 minutos y no puedes dormir, lo que debes hacer es levantarte e irte a otro lugar
Y no, no se trata de rendirse ante el insomnio, sino de enseñarle al cerebro que la cama es solo para descansar, no para preocuparse ni para seguir rumiando pensamientos.
El truco está en desactivar el cuerpo y la mente sin forzar el sueño. Roser sugiere crear un pequeño ritual nocturno en otro espacio: luz cálida, suave, siempre por debajo del nivel de los ojos. Puedes leer, escuchar música relajante, o simplemente sentarte en silencio.
El objetivo no es dormirte ahí, sino esperar a que el sueño regrese de forma natural. Cuando lo sientas, vuelve a la cama. Y si vuelve a pasar, repite el proceso.
La idea es enseñar al cuerpo a desactivarse de forma progresiva, sin forzarlo
Este método, que forma parte de la terapia cognitivo-conductual para el insomnio (TCC-I), ha demostrado ser más eficaz que muchas pastillas para dormir. Y no es solo teoría: cada noche, miles de personas transforman su relación con el descanso a partir de pequeños gestos como este.