Decir que alguien es “tóxico” se ha vuelto común en redes, pero hay dinámicas familiares que, más allá de la etiqueta, cargan con un peso real y sí, incluso los padres pueden ser tóxicos, y reconocerlo no es un acto de rebeldía, sino el primer paso para romper ciclos. Como lo explica el portal especializado Psicología y Mente, muchas de estas conductas vienen de patrones heredados, experiencias traumáticas no resueltas y falta de habilidades emocionales.
La toxicidad no siempre es malintencionada: muchos padres aman a sus hijos, pero no saben cómo demostrarlo sin herir. Por eso, identificar los signos puede ayudarte a comprender el entorno en el que creciste y tomar decisiones para sanar.
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¿Cómo reconocer a un padre emocionalmente inmaduro?
Aunque algunos rasgos pueden formar parte de la personalidad del padre, lo cierto es que si reconoces más de una de estas señales, podríamos estar hablando de un padre emocionalmente inmaduro:
- Egocentrismo: se colocan a sí mismos como prioridad.
- Falta de empatía: no validan tus emociones.
- Impulsividad: reaccionan con explosividad e inestabilidad.
- Evasión de responsabilidades: siempre es culpa de otros.
- Mala comunicación: evitan conversaciones honestas y profundas.
También pueden manifestar:
- Control excesivo.
- Manipulación emocional mediante culpa o miedo.
- Falta de apoyo real.
- Afecto inconsistente.
- Negación total de problemas familiares.
¿Y cómo te afecta a ti?
Haber crecido con padres tóxicos puede impactarte incluso en la adultez:
- Baja autoestima.
- Ansiedad o depresión crónica.
- Relaciones inestables o dependientes.
- Problemas de identidad o dificultad para tomar decisiones autónomas.
El coach británico Josh Connolly, especialista en resiliencia y sanación de vínculos parentales, sugiere que trabajar en estos vínculos o tomar distancia emocional puede ser crucial para construir una vida más sana.