Los armarios se tiñen de fucsias, verdes limón, azules eléctricos y naranjas jugosos. ¿La razón? Una tendencia que no solo busca verse bien, sino sentirse mejor. Se llama dopamine dressing, y llegó para vestir al mundo de emociones positivas.
El término se refiere al acto consciente de elegir prendas que generen placer, estimulen la creatividad y eleven el estado de ánimo. Es decir, una forma de vestirse guiada por el impacto emocional que tienen los colores, texturas y combinaciones, más que por reglas estéticas tradicionales.
Esta corriente no es nueva, pero sí ha cobrado fuerza post-pandemia y es que tras años de encierro, la ropa cómoda y tonos neutros, quedaron atrás; muchas mujeres comenzaron a buscar un reencuentro con la alegría, y lo hicieron desde el clóset, según explica la psicóloga de la moda Dawnn Karen, autora del libro Dress Your Best Life, quien ha sido una de las voces clave detrás del estudio del estilo como herramienta emocional.
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La forma en que nos vestimos afecta directamente nuestro ánimo, y viceversa
Según la teoría del color, los tonos cálidos como el amarillo o el naranja pueden activar sensaciones de vitalidad, mientras que los fríos como el azul y el verde transmiten calma o confianza, en este sentido la estilista francesa Justine Leconte señala que no se trata de seguir una paleta exacta, sino de reconocer qué tonos te energizan o reconfortan.
Firmas como Valentino, Bottega Veneta y Carolina Herrera han apostado por colecciones con bloques de color vibrante, sin pedir permiso al minimalismo. Pero el dopamine dressing no es exclusivo de las pasarelas. En TikTok, el hashtag #dopaminedressing acumula más de 400 millones de vistas, donde usuarias comparten looks como ritual de alegría y empoderamiento diario.