En un mundo donde el ritmo parece no detenerse, la naturaleza ofrece pequeños gestos de alivio. Uno de ellos es el té de lavanda, una infusión que no solo conquista por su aroma delicado y floral, sino por sus efectos comprobados sobre el sistema nervioso.
Usada desde hace siglos en la medicina tradicional, esta planta se ha ganado un lugar en la herbolaria moderna por su capacidad de disminuir la ansiedad, mejorar la calidad del sueño y reducir la tensión muscular.
Según investigaciones del National Institutes of Health (NIH) y de la Universidad de Northumbria en el Reino Unido, la lavanda tiene efectos ansiolíticos naturales que actúan sobre los receptores GABA del cerebro, similares a los de algunos sedantes suaves, pero sin efectos secundarios.
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No es coincidencia que en prácticas como la aromaterapia, la lavanda sea la esencia predilecta para inducir estados de calma y equilibrio emocional.
Preparar esta bebida es tan sencillo como beneficioso: basta con hervir una taza de agua y añadir una cucharadita de flores secas de lavanda. Dejar reposar cinco minutos y colar antes de beber. Puedes endulzarla con miel orgánica o acompañarla con unas gotas de limón si prefieres un toque cítrico.
El mejor momento para tomarla es por la noche, justo antes de dormir, aunque también puedes disfrutarla durante el día si enfrentas jornadas de alta presión o ansiedad acumulada.