Si has estado scrolleando en TikTok o Instagram últimamente, seguro ya viste a más de una persona tomando su botellita verde con unas gotas “mágicas” de clorofila. La escena se repite, alguien se graba en ayunas, toma su agua verde, y luego jura que en solo una semana ya se siente con más energía, la piel más limpia y hasta menos hinchazón. Pero ¿realmente es así?
Lo cierto es que esta bebida no es nueva, pero cada tanto vuelve a ser tendencia, y este verano 2025 está otra vez en boca de todos. Lo que la mayoría consume no es clorofila pura como tal, sino una versión llamada clorofilina, que se disuelve fácilmente en agua. Viene de plantas como la alfalfa, y es lo que le da ese color tan llamativo a la bebida.
¿Qué beneficios puede tener?
Algunas personas aseguran que desde que la toman, su digestión mejoró, su piel está más clara y se sienten menos inflamadas. Y aunque parte de esto puede tener que ver con tomar más agua porque muchas veces olvidamos hidratarnos, la clorofila sí tiene propiedades antioxidantes y podría ayudar un poco en temas digestivos o inflamatorios. También aporta ciertos minerales como cobre o magnesio, aunque en cantidades pequeñas.
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Pero aquí viene el detalle, si esperas que por sí sola te “desintoxique”, te haga bajar de peso o te borre el acné en una semana, probablemente te decepcione. No es mágica ni hace milagros, y tampoco sustituye una buena alimentación. Su efecto es más sutil y, en muchos casos, lo que cambia realmente es que quien la toma empieza a tener otros hábitos saludables al mismo tiempo.
¿Tiene riesgos?
Sí, aunque es natural, no es para todos. En dosis altas puede provocar molestias como náuseas o dolor estomacal, y no se recomienda para personas con problemas renales, hepáticos o que toman anticoagulantes. Además, algunas marcas contienen colorantes o aditivos, así que conviene revisar bien lo que estás comprando. Y si estás embarazada o en lactancia, es mejor consultarlo primero con un médico.
¿Vale la pena?
Si te gusta cómo sabe y te motiva a tomar más agua, adelante. No está mal probarla, siempre y cuando sepas que no es una solución mágica. La forma más natural y completa de obtener clorofila sigue siendo comiendo verduras verdes como espinacas, acelgas, kale, brócoli, perejil, ahí sí viene con todo el paquete de fibra, vitaminas y minerales que tu cuerpo necesita.
Así que si vas a sumarte a la tendencia, hazlo con conciencia. Tómala porque te gusta, porque te sienta bien, pero no por promesas exageradas. La verdadera salud no viene en gotas, viene en hábitos.