El té verde, con siglos de historia en la medicina tradicional asiática, ha conquistado las mañanas y las rutinas de belleza de millones de mujeres. No es casualidad. Esta infusión, rica en polifenoles y catequinas, es uno de los antioxidantes naturales más potentes disponibles en una taza.
Estudios publicados en Harvard Health Publishing y Journal of the American College of Nutrition destacan su capacidad para acelerar el metabolismo, reducir la inflamación celular y mejorar la apariencia de la piel.
Pero su atractivo va más allá de lo nutricional. El té verde es parte del estilo de vida de celebridades como Jennifer Aniston, Miranda Kerr o Victoria Beckham, quienes lo eligen por su efecto energizante suave, su capacidad para ayudar en la digestión y su impacto positivo en la luminosidad del rostro.
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Además de su efecto termogénico que puede contribuir a la pérdida de peso, el té verde es una fuente rica de catequinas, especialmente el galato de epigalocatequina (EGCG), un compuesto antioxidante que protege a las células del envejecimiento prematuro y el daño causado por los radicales libres.
Diversos estudios han relacionado su consumo regular con una mejora en la elasticidad de la piel, una reducción en la inflamación cutánea y una apariencia más luminosa. No es casualidad que muchas rutinas de belleza coreanas incluyan extracto de té verde como ingrediente esencial.
En el plano de la salud integral, este té milenario también ha demostrado tener efectos positivos en la salud cardiovascular, ya que ayuda a reducir los niveles de colesterol LDL (“malo”) y favorece una mejor circulación sanguínea.
Además, se ha vinculado con la mejora de la función cerebral gracias a su contenido moderado de cafeína y L-teanina, una combinación que promueve la concentración y el estado de alerta sin generar ansiedad. Incorporarlo en la rutina diaria no solo representa un gesto de autocuidado, sino también un aliado natural para la longevidad y el bienestar.