Perdonar a los demás puede ser difícil pero muchas veces, lo más complicado es perdonarnos a nosotras mismas. ¿Te ha pasado que no puedes dejar de pensar en lo que hiciste mal? Que incluso después de que todo ha pasado, tú sigues dándole vueltas sin poder soltarlo. No estás sola.
La psicología explica que cuando sentimos culpa o vergüenza, nuestro cerebro entra en un estado de alerta emocional. Nos castigamos para “aprender la lección” o evitar repetir errores, pero muchas veces ese castigo se convierte en una tortura interna.
Te podría interesar
Y no es casualidad. A muchas mujeres se nos ha enseñado a ser las que cuidan, las que resuelven todo, las que “deben saber”. Entonces, cuando fallamos, la culpa no solo es personal, también es social.
Algo clave es entender que sentirnos responsables de nuestros actos no significa vivir con culpa eterna. Asumir lo que hicimos, aprender y reparar en lo posible es muy distinto a quedarnos atoradas en el dolor. Pero eso requiere compasión, y la autocompasión es una práctica, no algo que simplemente aparece.
¿Cómo empezar a perdonarte a ti misma?
- Reconoce lo que sientes y no lo minimices
- Habla contigo como lo harías con tu mejor amiga
- Recuerda que no eres tu error
- Busca espacios seguros para hablarlo
- Perdonarte no es justificarte, es entenderte, hacerte responsable y elegir sanar
Perdonarte no es olvidarte de lo que pasó, es dejar de usarlo en tu contra. Tu historia no tiene que estar definida por tus tropiezos. Cada vez que eliges mirarte con compasión, estás rompiendo un ciclo.
No tienes que cargar para siempre con la culpa solo porque crees que eso te hace mejor persona. También puedes crecer desde la comprensión, mereces paz, incluso cuando te equivocaste, incluso cuando te cuesta soltar, incluso hoy.