Si pasas tiempo en TikTok o Instagram, seguramente has visto el término “girl dinner”. Se trata de videos donde mujeres muestran lo que cenan, a veces un plato con uvas, aceitunas, pan, queso o incluso una sola bolsa de papitas o una rebanada de pastel. La idea es presentar comidas desordenadas, sin esfuerzo y “caóticamente femeninas”.
El término se volvió viral porque muchas mujeres se sintieron identificadas. Sí, todas hemos tenido noches donde no queremos cocinar, estamos cansadas o simplemente no tenemos ganas de sentarnos a una comida formal. Pero aunque parezca algo gracioso y hasta estético, esta tendencia tiene un lado oscuro que vale la pena mirar de cerca.
¿Qué hay detrás de la “girl dinner”?
Lo preocupante no es la estética, ni que te prepares algo sencillo de vez en cuando. Lo preocupante es que esta tendencia ha normalizado el hecho de que muchas mujeres estén cenando muy poco o casi nada, y que eso se celebre, se vuelva contenido, e incluso se considere “bonito” o “normal”.
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Sin darnos cuenta, se sigue reforzando la idea de que una mujer que come poco es más disciplinada, más estética o más deseable. Todo bajo la etiqueta de “estoy bien, esto es suficiente para mí”. Y no, no lo es.
No es solo una cena casual, es un síntoma
Muchas de estas cenas no alcanzan ni de cerca a cubrir las necesidades calóricas o nutricionales básicas. Y lo más delicado es que esto se da en un contexto donde ya hay una fuerte presión sobre el cuerpo, la alimentación y la imagen. En lugar de cuestionarlo, se vuelve contenido viral. Se edita. Se aplaude.
La “girl dinner” parece libertad, pero también puede ser restricción disfrazada. No en todos los casos, claro, pero sí en muchos más de los que se admiten. Porque a veces, la falta de apetito no es normalidad, sino ansiedad, estrés o incluso una relación dañada con la comida.
Comer también es autocuidado
Una cena no tiene que ser perfecta, ni gourmet, ni digna de Pinterest. Pero sí debería ser suficiente, nutritiva y hecha desde el cariño propio, no desde el abandono. Comer bien no debería ser un castigo ni algo que se postergue. Y sí, está bien pedir comida, repetir plato o comerte algo caliente aunque no “se vea bonito”.
Es válido estar cansada. Pero no deberíamos romantizar el hecho de dejar de alimentarnos.